1 jul 2011

Capítulo 6.

6
Abro apresuradamente. Entro y recorro el pasillo hasta llegar a la cocina. En la nevera, hay una nota.

«He ido a ver a Carlota, tu hermana está en casa de Alicia. Come algo, en la nevera hay lasaña, vuelvo más tarde. Mamá.»


Cojo la nota y la leo. Carlota es una amiga de mi madre a la que han operado hace poco de… no lo sé. ¿Del corazón, quizás? Bah, tampoco va conmigo. Arrugo la nota y la tiro a la basura. ¿Por qué no me sorprende que Vanesa esté con una de sus amigas? Seguro que le ha dicho a mamá que ha ido a «estudiar», qué imbécil. Y más imbécil es mi madre por creérselo… Pero que haga lo que quiera, a mí no me importa. Yo estoy feliz de la vida. Decido no comer nada, no tengo hambre. Tengo ganas de llamar a Azul y contárselo todo. Contarle que el tío cañón me ha traído a casa en un coche descapotable, pero con la capota puesta. Contarle que el tío cañón es atento y encantador. Subo a mi cuarto mientras pienso en todo esto. Me saco el móvil del bolsillo. Vaya, si no tengo batería. Entro en mi cuarto y lo pongo a cargar mientras voy a todo correr hacia el teléfono inalámbrico del pasillo. Marco el número de Azul y voy a mi cuarto.
—¿Sí? —es la madre de Azul.
—Hola, soy Alex… ¿está Azul por ahí?
—Alex, cielo. Sí, claro que sí, ahora mismo te la paso, ¿qué tal todo?
—De maravilla —respondo sonriendo, la madre de Azul es un encanto.
—Me alegra mucho, ten, te paso con Azul.
—Vale…
—¿Hola?
—Hola, hola, caracola… —río y me siento en la cama.
—¡Alex! —exclama.
—Hola cariño, ¡tengo un montón de cosas que contarte!
—Cuenta, cuenta… —y comienzo a narrarle mi último encuentro con Oliver. Ella escucha con atención y comenta de vez en cuando. Termino de contárselo todo. — ¡Es increíble!
—Pensaba enviarle un sms ahora… pero no sé si debería, ¿lo hago?
—¡Claro, claro! —responde Azul, dispuesta a cotillear todo lo que pueda.
Le digo que no estoy segura de mandárselo, pero ella insiste y lo dejamos en un «me lo pensaré». Nos despedimos con cariño, cómo siempre y colgamos, asegurando que nos veremos mañana en clase.
Después de eso, cojo el móvil y lo enciendo mientras se carga. Pongo el código de acceso y comienzo a escribir el sms.
«¿Ya me echas de menos? Estaré esperando ese paseo en moto. Alex.»
Le doy a la tecla «Enviar» y respiro hondo. ¿Habrá sido demasiado? Quizá no debería haber puesto eso. A lo peor pasa de mí… Bueno, lo hecho, hecho está. A lo hecho pecho… Asiento, intentando convencerme a mí misma. «Bip, bip». Un mensaje. Cojo el móvil rápidamente y le doy a leer mensaje… ¡Bien, chúpate esa! Es de él. Toma, toma, toma…
«¿Quién echa de menos a quién? Y créeme, ese paseo en moto lo tendrás cuando menos te lo esperes. Pronto.»
Sonrío como una tonta y me muero por contestar, pero no lo hago. Es mejor dejarle con las ganas, no mostrarme muy interesada… Aunque querría contestarle. Bah, ¿qué más da? Le contesto.
«¿Pronto? ¡Más te vale no presentarte en mi casa porque mis padres te matarían!»
Y en menos de un minuto tengo una respuesta. Jo, qué rápido.
«Pues como no me digas a qué instituto vas y a qué hora sales… lo tenemos crudo.»
Já. Será una broma. Me río, me gustaría decírselo. Bueno, me rindo. De perdidos al río, le mando un sms con la dirección del instituto y la hora de salida. Recibo un último sms al que no voy a responder.
«Pues quizás algún día me pase por allí, aunque no me esperes demasiado. Cuídate, enana.»
Argh. Odio, amo su prepotencia.


1 comentario:

  1. La historia está genial, sigue así. Estoy deseando seguir leyéndola :)

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