1 jul 2011

Capítulo 2.

2
Llego a la parada del metro disfrutando de la canción y compro un billete. No sé a dónde voy, pero tampoco importa. Siempre hago lo mismo cuando no tengo nada que hacer, compro el billete y me quedo en el metro dejando pasar las paradas. Entonces me bajo en cualquiera sin ningún motivo en especial. O bien porque me apetece, o bien porque no quiero ir más lejos.
Me meto en el metro y suena la canción Bitch de Meredith Brooks. Me encanta la primera frase de esa canción. “I hate the world today”. Algún día haré un grafiti con esa frase. Lo cierto es que nunca he hecho un grafiti… Me pregunto si será difícil. No hay asientos libres así que me apoyo en una barra de metal que está cerca de la puerta. Me gusta ir en metro. Ves mucha gente diferente y me gusta sentir la rapidez. Cierro los ojos y me concentro en la música. Piratas del bar Caribe, de Melendi. Espero a que termine la canción y me bajo en la siguiente parada. Ni siquiera miro el nombre. Salgo y miro el reloj, son las siete y tres minutos. Todavía me queda tiempo. Levanto la vista y veo que estoy en Sol. Genial, el kilómetro cero de España. En mi iPod suena El secreto de las Tortugas de Maldita Nerea.
Me meto las manos en los bolsillos mientras camino y descubro que el bollo que cogí en casa está en uno de ellos. También encuentro varias monedas, tengo tres euros. Sonrío y decido no comerme el bollo y comprarme algo en la pastelería para así reservarme el bollo para algún día que no haya nada de merendar en casa. Mi personalidad ahorrativa. Vaya, ha parado de llover.
Me meto por las callejuelas donde no hay tiendas y por lo tanto no hay gente. Llego a un pequeño callejón y me encuentro con la Antigua Pastelería del Pozo. Qué bien, tengo hambre. Entro y me quito la capucha, peinándome con los dedos mientras bajo el volumen de mi iPod, esperando a que me atiendan. Levanto la vista y veo un chico delante de mí, me llama la atención.
En la pastelería hace calorcito, es agradable. Están todas las mesas llenas excepto una. En la cola solo hay una señora comprando pan, el chico delante de mí y yo. Solo hay tres mesas altas con sillas altas y dos de ellas están ocupadas por una pareja y por un padre y una niña, supongo que su hija.
La señora sale con dos barras de pan y el chico que tengo delante con el pelo negro azabache, despuntado y por las orejas, quizás dos o tres dedos más largo, se pide una palmera de chocolate. Supongo que pediré lo mismo, me apetece. El chico paga y va hacia la única mesa libre. Mierda, tendré que comerme la palmera afuera, con el frío que hace. Sin embargo, sigo al chico con la mirada. Tiene buen culo. Lleva unos vaqueros anchos, al igual que las deportivas de color negro y celeste y una sudadera blanca con cuadros negros. Se podría decir que se parece a la mía.
—¿Qué desea? —me dice la chica detrás del mostrador con una radiante sonrisa, apartándome de mis pensamientos.
Me pregunto si esa sonrisa será falsa. Me quito los cascos por una cuestión de educación y me los dejo en el cuello.
—¿Me da una palmera de chocolate, por favor?
Me hace un leve gesto de cabeza y me da la palmera en menos de un minuto.
—Aquí tiene, es un euro ochenta.
Dejo el dinero en el mostrador y me devuelve un euro y veinte céntimos. Me dispongo a ponerme los cascos y a salir de la pastelería con mi palmera cuando oigo una voz que viene de la derecha.
—Disculpa, ¿quieres sentarte?
Le miro. Es el chico de antes. Jo, es guapo. Tiene los ojos azules y profundos y el flequillo de lado.
—¿Es a mí? —digo señalándome estúpidamente con un dedo.
Claro que es a mí.
—Sí… —me dedica una sonrisa.
Señor, es demasiado guapo… y más alto que yo, uno ochenta por lo menos. Está muy bueno… ¿cómo rechazar su invitación? Sonrío y me acerco.
—¿Puedo sentarme aquí?
—Claro, no hay más mesas libres. Y no me gustaría que estuvieras fuera comiéndote eso mientras aquí hay un sitio libre, no me lo perdonaría jamás.
Me río y doy un pequeño salto para poder sentarme en la alta silla. Noto que tiene acento gallego. Qué mono. Siempre me ha encantado la gente con acento.
—Gracias —digo poniendo la mejor sonrisa que tengo y me pongo un mechón de pelo detrás de la oreja.
Me pregunto si estaré bien peinada.
—No hay de qué. ¿Cómo te llamas?
—¿Tengo que decirle mi nombre a un desconocido?
Río y escucho la música de los cascos aunque los tenga alrededor del cuello. Suena Teenagers de My Chemical Romance.
—Hombre… he sido un buen ciudadano y te he ofrecido compartir la mesa conmigo, en vez de dejar que te fueras y pasaras frío, ¿qué menos puedes hacer?
Me dedicó una sonrisa de esas que derriten hasta a las piedras.
—Alex, me llamo Alex… —digo desviando la mirada, notando como mis mejillas comienzan a arder.
—¿Pero ese no es nombre de chico?
Ya la ha cagado.
—Me llamo Alexia, ¿has oído? A-l-e-x-i-a… —dijo deletreándoselo.
Él se ríe y asiente. Tiene los dientes muy blancos y una sonrisa preciosa.
—Vale, no me muerdas…
Bufo y me hago la ofendida, cuando en realidad estoy pensando que es un bombón. Pero nadie me dice que tengo nombre de chico.
—¿Y no piensas decirme el tuyo? —digo y muerdo la palmera.
Me doy cuenta de que suena Cancer de My Chemical Romance. De repente tengo un mal presentimiento.
—Oliver, me llamo Oliver —sonríe, mirándome fijamente.
No digo nada, nos comemos la palmera en silencio. Al cabo de unos minutos decido hablar.
—¿Y cuántos años tienes, Oliver?
—Uy, la que no quería decirle su nombre a un desconocido ahora me está acosando.
No puedo hacer otra cosa que reírme, me hace gracia.
—Algo me dice que eres mayor que yo…
—Seguramente. Tengo diecinueve años.
—¡¿Diecinueve?! —digo sin creerlo, arrepintiéndome a los pocos segundos por ser tan escandalosa.
Oliver se ríe.
Sí, diecinueve…
—Madre mía, yo tengo dieciséis, eres muy mayor.
—Y muy guapo —añade sonriendo.
—Y por lo que veo, también muy modesto.
Vuelve a reírse. Quizás le parezco graciosa, quizás se ríe de mí. En cualquier caso me siento orgullosa.
Nos comemos la palmera más bien en silencio, mientras pasan los minutos. Miro la hora y descubro que son las ocho. Aún es pronto, pero no quiero llegar tarde a casa, así que me levanto y le miro.
—Bueno, Oliver, ha sido todo un placer, pero me voy yendo, que tengo que ir a casa a cenar.
—Dios, ¿vas a seguir comiendo?
—Vete a la mierda —digo sonriendo.
Lo cierto es que me divierte esta situación, estoy divertida. No lo hacemos con mala intención, sino de broma. Al menos yo lo hago así.
—Oh, eso no ha sido muy educado por tu parte, chica…
—Digamos que lo tuyo tampoco lo ha sido.
Y salgo de la pastelería poniéndome la capucha y los cascos, sin subir el volumen, esperando que venga detrás de mí. Sin embargo tengo demasiado orgullo como para darme la vuelta y comprobarlo.
Doy varios pasos y de repente noto como alguien me coge de la muñeca con fuerza. Me cruzo con sus ojos azules y sonrío, es él. Veo que tiene un bolígrafo en la mano.
—Sabes… no soy de esos que van detrás de la gente, pero veo que te vas muy triste —me dice.
—¿Qué? —le digo incrédula.
Sonríe y comienza a pintarme algo en el dorso de la mano con el bolígrafo, pero me está doblando el brazo y no lo veo. Me hace daño. Intento resistirme.
—Como no te estés quieta te va a doler... y encima no lo entenderás.
—¡Para! —digo, pero al final me rindo, dejándole hacer.
—Sh… no te portes así, que tengo que devolverle el boli a la dependienta y no quiero tardar… Si te estás quietecita es mejor, acabaré antes. 
Bufo y pongo los ojos en blanco. Tengo curiosidad por saber que está escribiendo… En el fondo me estoy divirtiendo mucho. Ha terminado. Me suelta el brazo, al fin. Me miro la muñeca.
¿Pero qué…? digo mirando un número de teléfono en mi mano.
Es mi móvil, llámame, sé que lo harás… dice con una sonrisa prepotente.
En tus sueños… sonrío y me doy la vuelta, caminando.
Lo harás.
Noto el tono seguro de su voz y eso me hace sonreír. Es un creído, un prepotente y un chulo… Pero tiene su encanto. Quizás ese carácter es el que me vuelve loca. Espera, ¿volverme loca? Estoy desvariando. Somos de mundos distintos… si mis padres se enteraran de que salgo con un chico tres años mayor que yo posiblemente me castigan sin salir hasta ser mayor de edad, o algo así…. ¿Salir con él? ¿Qué película me estoy montando? Sacudo la cabeza. Soy tonta.
Subo el volumen de mi iPod. A Blueberry Night de Lm.c. Es un grupo japonés. Creo que soy rara… en fin, ¿qué importa?




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